"Bienvenidos"


Los errores tienen casi siempre un carácter sagrado. Nunca intentéis corregirlos.
Al contrario: lo que procede es racionalizarlos, compenetrarse con aquellos integralmente. Después, os será posible subliminarlos.
(Salvador Dali)

domingo, 26 de agosto de 2012

El existente y la estructura. paradoja de la libertad humana y el regreso al mito. Cap II













Aquí establecemos la paradoja  que nos acompañará como guía, y que será necesario ubicar para el desarrollo de la presente labor. Etimológicamente hablando “paradoja” proviene del griego παράδοξα (paradocxa) que significa, contrario a la opinión (δοξα), esto es, contrario a la opinión común, Cicerón escribe: «lo que los griegos llaman παράδοξα, lo llamamos nosotros cosa que maravilla» por otra parte siguiendo un uso todavía vigente del español se ha adoptado para describir la paradoja el término “aporía” y con frecuencia también  se utiliza “paradoja” como sinónimo de antinomia. Nos referiremos en este caso a la noción de paradoja en sentido existencial. Y la estableceremos de la siguiente manera. 

2.1  mythos, logos y verdad
Un vocablo que agregaremos al tema es el de “verdad”; en cuanto que da cuenta del  cambio de sentido en los términos, como hemos venido analizando y nos dará la posibilidad de ubicar ya en la modernidad los términos logos y mythos y la relación entre los tres, así como para establecer el tema de la paradoja y su posterior relación con el ámbito existencial del hombre.  
El mythos ha pasado de contener la verdad más plena a equivaler a la mentira y el error, y el siglo VI a.C. parecer el momento de la ruptura y el paso del mito como relato por excelencia y el nuevo discurso basado en la razón (logos)

Aunque cabe mencionar que  dicho paso no fue necesariamente un suceso como tal, sino más bien un proceso. Entonces  mythos, aletheia y logos serán los conceptos correspondientes en griego a mito, verdad y logos, desde los cuales ubicaremos el sentido de  nuestra paradoja.
Cada palabra, en cualquier idioma tiene la cualidad de llevarnos a un mundo inimaginable, en el cual se desarrolla su origen. Parafraseando a Kierkegaard  «los conceptos, como los individuos, tienen su historia, y son tan incapaces como ellos de resistir el embate del tiempo» en este mismo sentido toda palabra es una respuesta a un problema y ubicar la una como la otra es el titánico trabajo de los filólogos. Con Gustav Stählin podríamos entonces referir una conclusión estable sobre la palabra mythos como conocimiento, pensamiento y sobre todo recuerdo. Estas concepciones son tan antiguas como tres o cuatro milenios atrás, tomando en cuenta que los dialectos griegos comienzan a unificarse alrededor del 2500 a. C.  El sustantivo mythos y el verbo mythein, se empiezan a utilizar más de un milenio después de Homero, como palabra. Consecuentemente en las religiones mistéricas  se comenzará a utilizar el plural mythoi para referirse a los relatos de la vida de los dioses, de ahí nos viene de hecho la idea de que la mitología son los relatos de la vida de los dioses o semidioses.


Lo interesante - y a menudo pasado por alto - es que esos relatos eran sagrados y tenidos por verdad plena, ya que eran sostenidos por la divinidad al mismo tiempo que ofrecían un legado de los ancestros. En cierto momento de la historia algunos pensadores comenzaron a rechazar estas ideas por considerarlas inconsistentes, esto durante el siglo VI a.C. esta corriente opto por utilizar la palabra logos para recoger y expresar sus raciocinios, de manera más sólida. La filología nos dice que logos tiene que ver con el verbo legein una de cuyas acepciones principales es la de reunir en gavillas las espigas de trigo o recoger los huesos de las pilas funerarias. Y se comienza a utilizar como palabra en cuanto que recoge en un haz aspectos de lo que nombra, más tarde esa palabra (logos) se utilizará para designar lo que nosotros llamamos razón, ya que es la capacidad racional la que reúne en el concepto (que se expresa en la palabra) aquello que constituye lo esencial de los seres. (13)Estos nuevos pensadores radicalizaron también otra palabra que ya se venía abriendo paso; la aletheia (la verdad). Los racionalistas consideraron que la verdad era lo opuesto al error y la mentira. Pero en un origen aletheia era la forma de nombrar aquello fundamental que debe tenerse siempre presente, que debe recordarse. El Leteo es parte de la geografía mítica, y es uno de los ríos de los muertos, cuyas aguas provocan el olvido según narra Platón al final de La República. En el idioma griego al igual que en el español, el prefijo «equivale a una negación.
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Fue entonces la unión «a – lethe», la que dio origen a la  palabra aletheia. Además de esto queda claro que para los griegos la verdad no era contrario al error o la mentira como la concebimos posterior e irrespetuosamente y mucho menos  algo que pudiéramos manipular como manipulo un encendedor que saco de mi bolsillo. La verdad seria más un «no olvidar» o mejor dicho «un luchar contra el olvido». Es aquí que encontramos el sentido de este argumento. La paradoja. Si mythos posee en su origen la connotación de recuerdo y aletheia y en principio significa oponerse al olvido, entonces el mythos no se opone a la verdad ni a la razón, sino que la realiza al recordar lo que no se debe olvidar. La verdad incluye, no excluye, en este sentido es que hablamos de  παράδοξα, como aquella idea extraña u opuesta a la opinión común y al sentir de las personas lo cual encontramos en autores como San Agustín, Pascal, Unamuno, para quienes la paradoja  se propone restablecer la verdad en tanto que «verdad profunda», frente a las «meras verdades» de opinión común.  Kierkegaard vio en la paradoja la relación misma entre Dios y el hombre «La paradoja no es una concepción sino una categoría, una determinación ontológica que expresa la relación entre un espíritu existente y cognoscente y la verdad eterna»(14) cuando hablamos de que es existencial, lo referimos en cuanto que es parte de la pasión que experimenta el hombre en su vida. La paradoja existencial del mismo Kierkegaard nos diría por poner un ejemplo: «el hombre se decide por Dios o elige a Dios mediante la rebelión contra Dios». 

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