El problema gnoseológico en
los griegos.
Los problemas gnoseológicos han sido
tratados por casi todos los filósofos y aunque se ha dicho que los antiguos no
trataban el problema de conocimiento, la verdad es que sí. Con la diferencia de
que los antiguos no la tomaban en perspectiva idealista como los modernos sino
en perspectiva realista como parte de su metafísica.
Los griegos introdujeron en su literatura términos que hasta hoy nos sirven para designar esta disciplina. Por ejemplo los vocablos: γνώσυζ « Conocimiento» y επιστήμη «Saber». Estos filósofos trataron preguntas como ¿Qué es el conocimiento? ¿Qué es la realidad? es decir indudablemente en la filosofía antigua había reflexiones epistemológicas especialmente en Platón y Aristóteles que se cuestionaron sobre la génesis o naturaleza del conocimiento y la verdad a la que consideraban idéntica a la realidad y también únicamente accesible al pensamiento. En la gnoseología antigua podemos distinguir cuatro formas principales:
1) La conceptihilidad como criterio de la realidad
Una primera forma aparece en las teorías que se adelantan de cierta
manera a la definición de la verdad como adecuación de la realidad y la
inteligencia, pero trastrocando la posición y función recíprocas de los dos
términos. Vale decir que no dan la prioridad a la realidad objetiva como
fundamento de la concepción intelectual y criterio de su verdad, sino que al
contrario toman como punto de partida las exigencias intrínsecas de la razón, y
se basan en éstas para determinar qué es lo que puede y debe reconocerse como
real.
2) La voluntad como condición del conocimiento
La segunda forma mencionada, que se encuentra en muchos filósofos antiguos,
consiste en la subordinación en que colocan toda posibilidad de conocimiento
con respecto al elemento volitivo, subjetivo e individual por excelencia.
3) Relativismo y fenomenismo
Otra cara del subjetivismo individual, que puede considerarse opuesta
a la del voluntarismo gnoseológico, es la que aparece en las teorías del
empirismo sensista, que desembocan en un relativismo gnoseológico y en un
fenomenismo. La raíz del relativismo empirista se encuentra en el mismo primer planteo
del problema del conocimiento: ¿cómo puede el sujeto aprehender los objetos de
sus percepciones? A raíz y por medio de su afinidad con los mismos, contesta
Empédocles; es decir porque
tiene en sí los mismos elementos y las mismas fuerzas que aprehende; de la semejanza
nace el conocimiento, de la diferencia la ignorancia.
4) Reconocimiento de la actividad sintética del sujeto como
condición de todo conocimiento
Este reconocimiento surge de la crítica del empirismo sensualista,
Desarrollada por Platón en el Teeteto (184-187) en contra del protagorismo
y cirenaísmo, que identificaban el conocimiento con la sensación, declarando
que sólo las afecciones sensibles pueden aprehenderse, y así reducían los
llamados objetos a conjuntos de sensaciones. Platón pone de relieve que el
conocimiento no está en las sensaciones, sino
en el "pensar algo acerca de ellas"; lo cual implica
establecer relaciones entre ellas, compararlas, diferenciarlas; es decir
someterlas, como pura materia de conocimiento, a una actividad sintética
judicativa que no puede pertenecer a los sentidos distintos y separados, sino
solamente a la unidad del espíritu.
El problema gnoseológico en
el periodo medieval. Cuando hablamos de periodo Medieval nos referimos a un tiempo que
se caracterizó por la figura de Dios, de claro enfoque geocéntrico. Se
caracteriza por la reaparición de las
posturas de Platón (con la corriente agustiniana) conformándose así los
llamados neoplatónicos, y de Aristóteles (con la corriente Aristotélica) con
Boecio, Averroes y acomodado en su
inmensa globalidad al cristianismo por el escolástico Tomás de Aquino.
Tomas de Aquino.
retomo las ideas Aristotélicas de Entendimiento
agente y Entendimiento posible: En el Entendimiento agente (Entendimiento
activo) defendió asiduamente la unicidad
del entendimiento: un mismo entendimiento en el hombre, en un aspecto pasivo y
en otro activo, se encarga tanto de «abstraer» como de «conocer»; este
entendimiento, se identifica con el alma humana, en lo inmortal e
incorruptible. En el entendimiento posible. La posibilidad
que tiene el alma o la mente frente al entendimiento activo el cual es la forma
o el agente que causa el acto de intelección o conocimiento abstracto.
En el periodo
medieval la dificultad del conocimiento que mas peso y escala tiene es «El problema
de los universales». Este tema se tratara durante todo el siglo XIII, y ante el cual se tomaran diversas posturas para su obtención, como
ejemplos el realismo absoluto de origen
Platónico «Las ideas o formas como
entidades subsistentes y separadas de los individuos particulares» o el
realismo moderado de Aristóteles « El universal, como forma que puede ser
abstraída por la mente, en los individuos y cosas». Frente a estas posturas se situó también el nominalismo que sostuvo que los
universales o eran meros nombres o simples conceptos. Pero no solo se dio el
renacimiento de viejas posturas sino que también cada pensador medieval elaboró una
teoría completa del conocimiento: el mismo Tomás de Aquino y buenaventura primero, después Duns escoto y
por ultimo Guillermo de Ockham.
TEORIAS
Avicena. (Abu 'Ali al-Husayn bn 'Abd
Allah bn al-Hasan bn 'Ali Ibn Sïna (980-1037) nac. en Afsana, cerca de Bojara,
Persia), es continuador de la tradición aristotélico-platónica de Alkindi y,
sobre todo, de Alfarabi, siguió a este último en su explicación del origen y
jerarquía de las inteligencias. Avicena establece, en efecto, que el
conocimiento depende de la realidad de los objetos conocidos, desde el saber de
los principios primeros hasta el conocimiento obtenido por revelación, pasando
por el de los universales o ideas. A cada una de estas formas corresponde, a su
entender, una forma y modo de intelecto. Sólo mediante un proceso de
abstracción progresiva es posible conocer las formas generales, sobre todo
cuando, desvinculada el alma de lo material, recibe directamente la influencia
del entendimiento agente. Sin embargo, la importancia de Avicena no consiste
meramente en su sistematización de la especulación anterior; la profundización
en algunas de las nociones fundamentales de Alfarabi es precisamente lo que ha
dado la mayor significación a la obra de Avicena para la filosofía escolástica.
Se afirma que Avicena es el primer filósofo medieval que desarrolla un sistema
verdaderamente metafísico
Averroes se mantiene constante la función gnoseológica del intelecto
agente, pero añade su doctrina del intelecto material único. De manera más
explícita se defiende en el Gran Comentario al De Anima (Sobre el alma)que el
intelecto agente es una sustancia incorpórea, que trasciende el alma humana,
cuya misión consiste en iluminar las imágenes sensibles que son recibidas por
el intelecto posible o material, que es también un principio espiritual único
receptor de formas inteligibles. Ambos intelectos (el agente y el posible) son
sustancias eternas que existen fuera del alma individual; son sustancias
separadas, comunes a toda la humanidad y conectados en cada hombre por su
cognición sensitiva individual. Cuando los datos sensibles entran en contacto
con el intelecto posible, son iluminados por el intelecto agente, de tal manera
que el contenido universal es separado de sus condiciones individuales,
produciéndose los conceptos abstractos que son recibidos en el intelecto
posible. Por lo tanto en el alma humana se da también un intelecto pasivo (la
imaginación unida a los órganos corporales sensitivos), y un intelecto teórico
o habitual, que es fruto de la acción
del intelecto pasivo. Éstos dos intelectos (el pasivo y el habitual) son
individuales, y por su unión con el cuerpo, perecederos. Averroes atribuye la
diversidad de pensamientos subjetivos a la distinta experiencia sensible y a la
diferente imaginación de cada uno. La compleja explicación averroísta puede ser
entendida, como propone Cruz Hernández, como un intento de salvar la existencia
de una ciencia objetiva frente al subjetivismo gnoseológico: «Mientras existan
hombres, quiere decir Averroes, tendrán que pensar del mismo modo, tendrán un
mismo punto de contacto con la verdad objetiva.
Es cierto que mi perspectiva de la verdad
–grande o pequeña, científica o vulgar– morirá conmigo, con mis órganos de los
sentidos, con mi sistema nervioso, pero la verdad que haya en ella será
eterna».
Duns Escoto.
Este filósofo atribuía al universal cierta unidad, la de la esencia o
naturaleza común de Avicena, suficiente para explicar el grado de unidad de las
especies y de los géneros, pero inferior a la unidad numérica de los seres
particulares. La unidad del universal, según Duns Escoto, era la de un grupo, fundado
a la vez en la colectividad y en cada uno de los individuos que la constituyen.
El escotismo sustituye al universal-cosa por la naturaleza común, indiferente
tanto a la singularidad como a la universalidad, dotada de una unidad menor que
la unidad numérica, propia del individuo, del que aquella naturaleza no se
diferenciaría realmente sino formalmente. Pero de este modo no se sale del
realismo. La "no-identidad formal" de Escoto, como cualquier otra
forma de distinción, ofrece un contenido a proposiciones contradictorias: A es
idéntica a B, A no es idéntica a B; pero no hay grados en la contradicción, no
es posible mantener juntas la identidad y la contradicción; la forma lógica,
"que vale e cualquier materia", establece la misma diferencia entre
ser y no ser: cualquier distinción se remite, por tanto, a la distinción real,
dígase lo que se diga. Tampoco se puede admitir la "distinción de
razón" tomista entre lo individual y lo universal, que aquí estaría en
potencia y que el entendimiento extraería; esa potencialidad no suprime la
contradicción entre la posibilidad y la imposibilidad de ser atribuido a varios
sujetos; la posibilidad define al universal, el individuo no admite más que la
imposibilidad: el individuo no puede admitir en sí la universalidad, ni
siquiera en estado de posible. Frente a todas estas especulaciones hay un
principio muy claro, al cual hay que atenerse: "el universal es, por
naturaleza, signo de una pluralidad"
Guillermo de Ockham
(1300-1350) no reconoce como válido y decisivo más que un solo género de
demostración. Probar una propuesta consiste en mostrar, bien que es
inmediatamente evidente, bien que se deduce necesariamente de una proposición
inmediatamente evidente. Ahora bien, la evidencia es un atributo del
conocimiento completamente distinto de la ciencia o de la intelección, o de la
sabiduría; porque éstas versan únicamente sobre relaciones de ideas, e incluso
cuando establece entre las ideas relaciones necesarias, en manera alguna nos
garantiza que las cosas reales guarden relación de adecuación con el orden de las
ideas. Una evidencia que recae directamente sobre universales sólo puede ser
evidencia de conexiones entre nociones, en ningún caso evidencia de que haya
realmente algo que corresponda a esas nociones. Si se quiere una propuesta que
garantice a la vez su verdad y la realidad de lo que afirma, se precisa una
evidencia inmediata, no ya simplemente abstracta, sino intuitiva. En otras
palabras: sólo el conocimiento "intuitivo" (esto es:
"experimental") nos da noticia de la existencia de alguna cosa; y el
conocimiento intuitivo o experimental versa siempre sobre cosas individuales y
concretas. Es el único que nos permite llegar a los hechos:
En oposición al conocimiento intuitivo, el conocimiento abstracto no nos
permite saber si una cosa que existe, existe, o si una cosa que no existe no
existe.
Que hay tal o cual ente, es una
afirmación que no podemos sacar jamás de otra parte que de la experiencia.
"El
conocimiento intuitivo es aquel en virtud del cual sabemos que una cosa es,
cuando es, y que no es, cuando no es."
Así, el conocimiento sensible es el único cierto, cuando se trata de
alcanzar las existencias. No es lícito racionalmente aceptar más entidades que
aquellas que se dan en una experiencia concreta o aquellas cuya admisión es
absolutamente necesaria en virtud de una experiencia concreta. El conocimiento
intuitivo, tal como lo definimos, es, por tanto, el punto de partida del
conocimiento experimental: mejor aún, es el mismo conocimiento experimental, y
es el que nos permite formular seguidamente, en virtud de una generalización
del conocimiento particular, esas proposiciones universales que constituyen los
principios del arte y de la ciencia.
No hay más realidad
que lo particular. Las únicas substancias son las cosas individuales y sus
propiedades. Todo aquello cuya existencia pueda ser afirmada es una cosa
individual:
Ockham es absolutamente radical en negar cualquier tipo de realidad al
universal. Toda doctrina que piense que el universal es, por la razón que sea,
distinto del singular, rinde culto al realismo; lo hacen incluso aquellas
doctrinas que no es costumbre colocar bajo esa bandera. Ockham piensa que el
universal no puede ser una cosa fuera del alma. Lo universal existe en el alma
del sujeto cognoscente y sólo allí. Hay que preguntarse en qué medida es
posible atribuirle una existencia en el pensamiento; pero se debe establecer,
de hecho, que no tiene ninguna existencia fuera del pensamiento. El universal
tampoco puede diferenciarse del individuo, único dotado de existencia. Efectivamente, de cualquier modo que se
pretenda concebir un universal realizado en cosas, se viene a parar al mismo
absurdo: o bien ese universal es uno, y entonces no se comprende cómo puede
hacerse desmenuzado y multiplicado en las cosas, o bien está multiplicado en
las cosas particulares, en cuyo caso no se comprende cómo puede ser uno.
En resumen Guillermo de Ockham echa abajo las posturas más reconocidas
sobre el universal, sobre todo las presentadas por Aristóteles, para Ockham el
discurso de los universales solo son un intento
por crear siempre innecesariamente entes para poder dar explicación a
las realidades Metafísicas. Ockham insiste en su principio de "no
multiplicar los entes sin necesidad". Lo único que se da "con
necesidad" es: a) que sólo lo individual existe, b) que los individuos
pueden ser clasificados, por la mente y para la mente, en géneros y especies.
En cuanto a la existencia que los universales pueden tener en el alma,
también hay que tener mucho cuidado de no "realizarlos". "Su ser
es ser conocido". "El universal no existe como sujeto ni en el alma
ni fuera del alma, tiene únicamente un ser de objeto en el alma, y esto es una ficción. Si se prefiere, puede admitirse que
el universal es una cualidad del alma, que asimilamos a la intelección misma o
en la que vemos su resultado. En este caso se puede conceder que existe como un
sujeto y que es una cualidad. en esta perspectiva ontológica hay que situar la
negación de que la relación sea real: si lo fuera, se diferenciaría del sujeto
que la soporta, de modo que Dios podría crearla aparte y conferir la
paternidad, por ejemplo, a quien jamás hubiera engendrado, lo cual es
contradictorio; sólo existen las sustancias y las cualidades. También rechaza
Ockham la distinción entre esencia y existencia.
El término universal que designa la especie o el género designa sin duda
algo, y designa algo que, como tal especie o tal género, no existe en la
realidad, porque es cosa de la mente, que es conocimiento. Pero ¿es
conocimiento de algo común a los distintos individuos que
"pertenecen" a esa especie o género? No; sigue siendo conocimiento de
los individuos mismos, sólo que conocimiento menos distinto, más confuso. Si
Pedro y Pablo son hombres, no es porque haya una "esencia" hombre,
común a Pedro y Pablo, que el entendimiento pueda concebir separadamente (aun
admitiendo que no sea en sí misma nada real); lo que el entendimiento percibe
es Pedro y Pablo, los individuos mismos, sólo que el conocimiento puede ser más
distinto o más confuso y, a determinado nivel de distinción del conocimiento,
Pedro y Pablo no se distinguen entre sí, mientras que -al mismo nivel- sí se
distinguen de un perro (que por eso, no pertenece a la misma especie), con el
cual, sin embargo, se confunden en un grado inferior de distinción del
conocimiento (y, por eso, pertenecen al mismo género); naturalmente, esto
ocurre en virtud de lo que Pedro es y de lo que Pablo es, pero precisamente en
virtud de lo que es cada no de ellos individualmente, no en virtud de algo
"común" que sea a la vez en Pedro y Pablo.
Nada es universal para Ockham. El nombre, conjunto de sonidos, es también
una cosa concreta; y, si la palabra "hombre", pronunciada por
distintas voces y con distintos matices, sigue siendo "la misma
palabra", es por lo mismo por lo que Pedro y Pablo pertenecen a "la
misma" especie, a saber: porque no distinguimos lo suficiente, sea porque
no podemos, sea porque no nos interesa. ¿Puede decirse que lo universal es el
concepto de la mente designado por la palabra?; no, porque eso sería admitir
que la mente concibe realmente algo común a Pedro y Pablo, y los demás hombres;
sería, por lo tanto, admitir una "esencia" -aunque fuese una esencia
puramente mental- designada por la palabra; y lo cierto -para Ockham- es que la
mente no percibe otra cosa que los individuos mismos, si bien los percibe de un
modo más o menos distinto o confuso.
Descartes
(1596-1650) no se fía, de la percepción de los cuerpos o
fenómenos más que de lo matemáticamente
aprehensible. Para Descartes de hecho se concibe todo el conocimiento a imagen
y semejanza de una clase determinada, a
saber, el conocimiento matemático, cuyas características básicas son la
universalidad y la necesidad. Los cuerpos o fenómenos «A los
que Locke llamara cualidades sensibles secundarias» luz, color, sonido,
olor, sabor, calor y frio, además de las cualidades del tacto, son aun
sospechosas para él. Son como algo oscuro y borroso, de lo que no podemos saber
si es verdadero o falso. Si son
representaciones de cosas o no cosas. Ante esta realidad Descartes sujeta
una nueva postura, un nuevo punto de partida; la duda absoluta. Se duda de todo incluso de los fenómenos, que
llegan a ser considerados meras ilusiones. La duda es absoluta, es cierto, pero
a ella llegara una verdad absolutamente cierta. « El
hecho del pensamiento y el yo mío que piensa. Cogito, ergo sum ».
Descartes llama a
la filosofía estudio de la sabiduría.
Precisamente para descartes el objetivo de su sistema es dar a la filosofía un camino y una
construcción a cubierto de toda inseguridad y duda. Dar con una filosofía tan
clara incluso, como las verdades matemáticas
y geométricas.
«Para Descartes la razón es el origen
o la fuente principal de conocimiento, y éste es verdaderamente tal, solo
cuando sea necesario y universal»
Conclusión:
«
Los problemas gnoseológicos es decir: la posibilidad, origen, naturaleza,
justificación y limites del conocimiento han sido tratados por casi todos los
filósofos»
pero, el problema gnoseológico como termino únicamente es solo una forma colectiva de abarcar con
palabras cortas una realidad mucho más dilatada que es la existencia en realidad de «muchos problemas filosóficos sobre el
conocimiento» que creo que existieron como ya lo he dicho desde que el hombre
hace filosofía – o tal vez antes – y seguirán existiendo con diferentes
calificativos o diferentes matices. Al final la respuesta al problema – si
llegara – creo que seria no la «Verdad» en sí sobre el tema; sino solo la « verdad» con mayor valor cualitativo y mejor
sustentadas por encima de otras.
Referencias
documentales
(1)Reale
Giovanni y Antiseri Darío, Historia del
pensamiento filosófico y científico V.1, Barcelona España, Ed. HERDER 1968
(2)Ferreter
Mora José, Diccionario de filosofía, Ed.
ALIANZA.
(3)Diccionario
digital de filosofía HERDER.
(4)Felipe
Giménez (Profesor de filosofía de IES), Lecciones sobre Guillermo de Ockham,
consultado.17-septiembre-2010
(5)Deposito
académico digital de la universidad Navarra, www.dspace.unav.es visitado el 17 de septiembre del
2010
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