Aquí establecemos
la paradoja que nos acompañará como
guía, y que será necesario ubicar para el desarrollo de la presente labor.
Etimológicamente hablando “paradoja” proviene del griego παράδοξα (paradocxa) que significa, contrario a la opinión (δοξα), esto es, contrario a la opinión
común, Cicerón escribe: «lo que los
griegos llaman παράδοξα, lo llamamos nosotros cosa que maravilla» por otra
parte siguiendo un uso todavía vigente del español se ha adoptado para
describir la paradoja el término “aporía” y con frecuencia también se utiliza “paradoja” como sinónimo de
antinomia. Nos referiremos en este caso a la noción de paradoja en
sentido existencial. Y la estableceremos de la siguiente manera.
2.1 mythos, logos y verdad
Un vocablo que agregaremos al tema es el de “verdad”; en
cuanto que da cuenta del cambio de
sentido en los términos, como hemos venido analizando y nos dará la posibilidad
de ubicar ya en la modernidad los términos logos
y mythos y la relación entre los tres,
así como para establecer el tema de la paradoja y su posterior relación con el
ámbito existencial del hombre.
El mythos ha pasado de contener la verdad más plena a
equivaler a la mentira y el error, y el siglo VI a.C. parecer el momento de la
ruptura y el paso del mito como relato por excelencia y el nuevo discurso
basado en la razón (logos)
Aunque cabe mencionar que dicho paso no fue necesariamente un suceso
como tal, sino más bien un proceso. Entonces mythos, aletheia y logos
serán los conceptos correspondientes en griego a mito, verdad y logos, desde
los cuales ubicaremos el sentido de
nuestra paradoja.
Cada palabra, en cualquier idioma tiene la cualidad de
llevarnos a un mundo inimaginable, en el cual se desarrolla su origen. Parafraseando
a Kierkegaard «los conceptos, como los individuos, tienen su historia, y son tan
incapaces como ellos de resistir el embate del tiempo» en
este mismo sentido toda palabra es una respuesta a un problema y ubicar la una
como la otra es el titánico trabajo de los filólogos. Con Gustav Stählin
podríamos entonces referir una conclusión estable sobre la palabra mythos como conocimiento, pensamiento y sobre todo recuerdo. Estas concepciones son tan antiguas como tres o cuatro
milenios atrás, tomando en cuenta que los dialectos griegos comienzan a
unificarse alrededor del 2500 a. C. El
sustantivo mythos y el verbo mythein, se empiezan a utilizar más de
un milenio después de Homero, como palabra.
Consecuentemente en las religiones mistéricas se comenzará a utilizar el plural mythoi para referirse a los relatos de
la vida de los dioses, de ahí nos viene de hecho la idea de que la mitología
son los relatos de la vida de los dioses o semidioses.
Lo interesante - y a menudo pasado por alto - es que
esos relatos eran sagrados y tenidos por verdad plena, ya que eran sostenidos
por la divinidad al mismo tiempo que ofrecían un legado de los ancestros. En
cierto momento de la historia algunos pensadores comenzaron a rechazar estas
ideas por considerarlas inconsistentes, esto durante el siglo VI a.C. esta
corriente opto por utilizar la palabra logos
para recoger y expresar sus
raciocinios, de manera más sólida. La filología nos dice que logos tiene que ver con el verbo legein una de cuyas acepciones principales
es la de reunir en gavillas las espigas de trigo o recoger los huesos de las
pilas funerarias. Y se comienza a utilizar como palabra en cuanto que recoge en
un haz aspectos de lo que nombra, más tarde esa palabra (logos) se utilizará
para designar lo que nosotros llamamos razón, ya que es la capacidad racional
la que reúne en el concepto (que se expresa en la palabra) aquello que
constituye lo esencial de los seres. (13)Estos nuevos pensadores
radicalizaron también otra palabra que ya se venía abriendo paso; la aletheia (la verdad). Los racionalistas
consideraron que la verdad era lo opuesto al error y la mentira. Pero en un
origen aletheia era la forma de
nombrar aquello fundamental que debe tenerse siempre presente, que debe
recordarse. El Leteo es parte de la
geografía mítica, y es uno de los ríos de los muertos, cuyas aguas provocan el
olvido según narra Platón al final de La
República. En el idioma griego al igual que en el español, el prefijo «a» equivale a una negación.
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Fue entonces la unión «a – lethe», la que dio origen a
la palabra aletheia. Además de esto queda claro que para los griegos la verdad
no era contrario al error o la mentira como la concebimos posterior e
irrespetuosamente y mucho menos algo que
pudiéramos manipular como manipulo un encendedor que saco de mi bolsillo. La
verdad seria más un «no olvidar» o
mejor dicho «un luchar contra el olvido».
Es aquí que encontramos el sentido de este argumento. La paradoja. Si mythos
posee en su origen la connotación de recuerdo y aletheia y en principio significa oponerse al olvido, entonces el mythos no se opone a la verdad ni a la
razón, sino que la realiza al recordar lo que no se debe olvidar. La verdad
incluye, no excluye, en este sentido es que hablamos de παράδοξα,
como aquella idea extraña u opuesta a la opinión común y al sentir de las
personas lo cual encontramos en autores como San Agustín, Pascal, Unamuno, para
quienes la paradoja se propone
restablecer la verdad en tanto que «verdad
profunda», frente a las «meras
verdades» de opinión común. Kierkegaard vio en la paradoja la relación
misma entre Dios y el hombre «La paradoja
no es una concepción sino una categoría, una determinación ontológica que
expresa la relación entre un espíritu existente y cognoscente y la verdad
eterna»(14) cuando hablamos de que es existencial, lo referimos
en cuanto que es parte de la pasión que experimenta el hombre en su vida. La paradoja
existencial del mismo Kierkegaard nos diría por poner un ejemplo: «el hombre se
decide por Dios o elige a Dios mediante la rebelión contra Dios».
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