¿Que es la
teología de la liberación?
La Teología de la Liberación es
una corriente teológica que nació en el seno de la Iglesia
católica en Latinoamérica tras el Concilio
Vaticano II y
la Conferencia
de Medellín (Colombia, 1968).
Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (peruano),
quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de
una teología de liberación, Leonardo Boff (brasileño), Camilo
Torres Restrepo (colombiano)
y Manuel Pérez Martínez (español).
La Teología de la Liberación intenta responder a la
cuestión de cómo ser cristiano en un continente oprimido, y a preguntas como
"¿Cómo conseguir que la fe no sea alienante sino liberadora?"
La teología de la liberación posee fundamentalmente
una mística cuyo conocimiento y aceptación es ineludible para la asimilación y adhesión
honesta para con dicha propuesta tan controversial. Esta misticva básicamente consiste
en el encuentro con el Señor en el rostro del pobre, del marginado y explotado.
Esta mística se presenta como el rasgo espiritual del cual ninguna teología, si
se dice tal, puede prescindir.
La teología de la liberación entonces parte de la
realidad miserable y trágica de nuestra Latinoamérica, realidad que no puede
ser ignorada, quien le ignore no está preparado para esta propuesta teológica,
a ellos les llenarían las teologías centralizadas y amantes de las abstracciones.
La experiencia de dicha propuesta puede abordarse en
dos niveles, uno sensible y otro analítico. El primero que a su vez aborda el
aspecto sacramental, el segundo que trabaja sobre las estructuras subyacentes a
los signos (sacramentos).
Dentro del nivel sensible, se encuentra la articulación
sacramental que a su vez se divide en: sentir, protestar y hacer. Sentir la
miseria en las distintas realidades que aquejan a la sociedad, las escandalosas
divisiones entre ricos y pobres y la dolorosa ambigüedad cuando se descubren
cristianos tanto unos como otros. Se protesta ante la indignación que la
realidad manifiesta y que ha de ser orientada por nuestra fe, para actual
conforme a ella. No de manera asistencialista o paternalista, sino
verdaderamente transformando lo que tanto se critica. Por ello esta propuesta
sugiere que la presencia de la iglesia en la sociedad no se puede quedar en las
prácticas religiosas (devociones, culto, liturgia) sino que también ha de estar
presente en las prácticas éticas sociales y cualquier realidad donde se observe
la promoción del hombre.
Esto es exigido por la misma fe, en tanto que hombre y
amor son realidades y no meros conceptos, lo cual sugiere la práctica. Aquí
entramos al nivel analítico mediante la articulación socio-analítica que trata
de conocer críticamente los mecanismos que originan la miseria que no es
inocente ni espontanea (nro.30 del documento de puebla).
Es el interés principal de la teología de la
liberación el crear una acción de parte de la iglesia que ayude efectivamente a
los pobres y todo dirigido según la práctica del amor.
Para alcanzar una ayuda practica real y no ilusoria,
que realmente penetre y libere de los sistemas de opresión, que sea realmente
un amor eficaz. Para eso hay que conocer mejor la realidad de los mecanismos productores
de pobreza. Para esto la teología de la liberación habla de tres mediaciones;
la socio-analítica, la hermenéutica y la practico-pastoral.
Estas mediaciones son instrumentos para ayudar a
mejorar la percepción de nuestra realidad y superar el ingenuismo, el empirismo
y el moralismo que vician el conocimiento crítico. No se podrá modificar la
realidad que nos aqueja si no se conoce, interpreta y actuar correctamente. La
manera es el ya conocido método, ver, juzgar y actuar.
Captar críticamente la realidad para poder obrar
eficazmente según nuestra fe. Se señalan aquí tres niveles de conciencia de la
realidad a los cuales corresponde tres acciones.
Empirismo: hechos > conciencia ingenua >
asistencialismo
Funcionalismo: Coyuntura > conciencia crítica >
reformismo
Estructuralismo dialéctico > estructura >
conciencia crítica radical > liberación.
Ahora bien, tanto el empirismo como el funcionalismo
responden solo de modo parcial a los problemas que sin embargo identifican. El
empirismo ve los sucesos desgarradores, sin embargo no trasciende, no va a las
causas profundas y desde aquí intenta resolverles, no sin buena voluntad y
logros, pero ingenua y asistencialista. El funcionalismo ve ya los eventos en
relación, formando una coyuntura. Concibe la sociedad como cuerpo, y si hay
disfunciones en una parte del cuerpo, habrá de solucionarse, cada cual viendo
por su propia función. El estado administra, la iglesia reza, el trabajador
trabaja etc. Sin embargo la verdadera cuestión queda descartada.
¿Por qué, si la economía de un país avanza
gratificante, esto no implica necesariamente que desaparezca el abismo entre
ricos y pobres, que se avance ética y moralmente o que se alcance la felicidad
a la que de hecho tiende o debería buscar el estado? Entonces ¿Para quién es
entonces el desarrollo? Esta relación está en estrecha relación con el
capitalismo, el desarrollismo y progresismo se opone a la justicia y la
participación.
Por otra parte. El estructuralismo-dialectico no solo
ve las coyunturas. Profundiza en el análisis para descubrir las organizaciones de nuestros sistemas como
sugiere la Populorum Progressio en su
número 26.
Le llamamos estructuralismo porque analiza los sistemas
subyacentes. Decimos que es dialecticos por la difícil interacción entre los
que tienen el capital y los poseedores de la fuerza de trabajo. Y la conciencia
que capta estas realidades se llama crítica radical, no por estar polarizada
sino por ir a lo profundo. Esta conciencia no busca una reforma del sistema, lo
cual sería solo curar la herida sino que ve el foco que engendra la enfermedad.
El ideario cristiano no puede ni debe consumirse por
completo en una práctica política, sería una reducción, es cierto, pero la fe cristiana ha de ayudar al creyente - en cuanto todo lo anterior
es a el a quien afecta – a optar y escoger aquel instrumento de análisis y
forma de vivir la fe a la luz del cual mejor revele los mecanismos socio-políticos,
culturales e incluso religiosos que generan la injusticia y la violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario